Este restaurante está en la calle Mandri. Abrió ahora hace un año. Lo probamos entonces y no nos entusiasmó, pero hemos repetido y salimos encantados. Comimos estupendamente. Todo buenísimo y con una presentación excelente. Tienen un producto de calidad y muy bien trabajado.
El local es pequeño, con pocas mesas y una barra con la cocina abierta y así poder ver la ejecución de los platos.Recomendamos reservar mesa.
La decoración es moderna y acogedora. El servicio excelente.
Probamos alcachofas confitadas, calamares salteados con judías, un canalón de calabacín relleno de brandada y un solomillo troceado con setas perfecto el punto de cocción y muy tierno.
De postre compartimos torrija caramelizada.
Pagamos 42€ por persona con 2 copas de vino, aunque se puede salir por menos sustituyendo el solomillo que era lo más caro.
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